- Categoría: Hábito
- Domingo, 20 Marzo 2011
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El hábito diseñado para la hermandad refleja perfectamente el espíritu fundacional de la misma. Sus creadores habían planteado una hermandad humilde y austera, con fuertes reminiscencias monacales -ligadas a pasado abacial y clerical de la iglesia que constituía su sede canónica-, y fuertemente influenciada por el medievalismo de su imagen titular.
Pretendían conseguir un hábito diferente a los utilizados por otras cofradías de la ciudad, y que no fuera demasiado costoso.
Una túnica de inspiración monacal cumplía las aspiraciones: confería la austeridad pretendida a la hermandad y la “ambientación medieval” deseada para la procesión. En España ya existían algunos precedentes de este tipo de hábitos. Destacamos por su proximidad con Zamora el utilizado por la salmantina Hermandad del Stmo. Cristo del Amor y de la Paz, fundada en 1971, (que los fundadores conocían a través de fotografías), y con cuyo espíritu fundacional podemos establecer -salvando las distancias-, algunos paralelismos.
En colaboración con la firma García Casado Hermanos, se diseña una túnica inspirada en los hábitos talares cistercienses, formado por una sotana de estameña o lana blanca ceñida con un cíngulo de esparto -de cuatro nudos-, al lado derecho. La cabeza se cubre con una cogulla o capillo que cae sobre la espalda y el pecho. La capucha está adornada con una trama de costuras en zigzag, que recuerdan a los “picados” de las capas de pastor o “de honras” de las comarcas zamoranas de Alba y Aliste, o la “Terra de Miranda”, en Tras-os-Montes. El emblema aparece “picado” sobre el capillo, en la pieza que cae sobre la parte delantera.
El uso de un tejido como la estameña aseguraba un coste económico e incidía en el carácter austero de la hermandad; además el hecho de que las túnicas de estameña fueran usadas por otras cofradías -desde su introducción por la Cofradía del Silencio en 1925-, posibilitaba un uso compartido, haciendo aún más asequible su adquisición.
El proyecto inicial contemplaba el uso de sandalias franciscanas negras aunque este uso era voluntario y no será hasta 1992, cuando éstas serán introducidas como elemento obligatorio del hábito de la hermandad.
El contexto en el que se produce la fundación de la hermandad marca el acusado paralelismo de este hábito con el diseñado para la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, (inspirado también en iconografías monacales), que también celebra su primera procesión en ese año de 1975.
El sistema de iluminación fue cambiando a lo largo del tiempo. En el proyecto original planteaba que los hermanos portaran faroles de mano. La falta de recursos motivó que finalmente los hermanos llevaran velones de color ocre que se utilizaron hasta 1980. En ese año comienzan a utilizarse antorchas o teas -sujetas en un antorchero diseñado por Javier Escudero Arias-, y que proporcionaban una atmósfera más medieval a la procesión.
Los problemas derivados del uso de los antorcheros y especialmente el elevado coste de las teas, motivó que la hermandad retomara el proyecto de los faroles de mano. Con un diseño de Miguel Fernández Calles, inspirado en los que iluminan al campanil procesional, los nuevos faroles fueron estrenados en 1991.