Nombramiento de Gregorio Martínez Sacristán como capellán de honor.

El Cabildo Mayor Ordinario de la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Espíritu Santo celebrado el 21 de febrero de 2015 aprobó por unanimidad la propuesta del Cabildo Menor, de proponer –en cumplimiento del artículo 15.4 de sus estatutos vigentes–, el título de capellán de honor a Gregorio Martínez Sacristán, obispo diocesano de Zamora.

 Este título protocoliza y reconoce la guía pastoral que el obispo diocesano ejerce sobre las cofradías y hermandades en general y sobre nuestra Hermandad en particular, con la esperanza de que,siguiendo sus enseñanzas, testimonio y ejemplo, podamos ser –tal y como nos recordaba el papa Francisco en la homilía de la Jornada Mundial de las Cofradías y la Piedad Popular– "ese tesoro de la iglesia, pulmón de fe y de vida cristiana, y esa fragua de santidad donde muchos han vivido con sencillez una relación intensa con el Señor”.

El obispo aceptó gustosamente el nombramiento, lo que supuso un honor para nuestra corporación, que cada Viernes de Dolores peregrina al atrio de la Santa Iglesia Catedral, sede y símbolo del magisterio del obispo, para realizar una estación penitencial en la que D. Gregorio nos ha acompañado siempre que la salud y su agenda se lo han permitido.

 El nombramiento se llevó a cabo el 21 de febrero, en el marco de la celebración del tercer día del Triduo en honor del Santísimo Cristo del Espíritu Santo.

 La hermandad, a través de su abad, le recibía con estas palabras:

 

Ilmo. y Rvdmo. Sr. Obispo, sacerdotes, presidentes y directivos de cofradías y hermandades, hermanos y hermanas de la Hermandad Penitencial del Smo. Cristo del Espíritu Santo, miembros de la comunidad parroquial del Espíritu Santo, hermanos todos en el Señor:

 

Hoy es un día importante para la corta, pero intensa vida de esta Hermandad. En este II Domingo del tiempo de Cuaresma, tercera jornada del Triduo en Honor del Smo. Cristo del Espíritu Santo, titular de nuestra corporación y de esta parroquia que nos acoge, recibimos como Capellán de Honor al pastor de nuestra diócesis, a nuestro obispo D. Gregorio Martínez Sacristán. Tal y como ha referido el secretario, el nombramiento responde al acuerdo que el cabildo mayor de la cofradía, reunido en sesión ordinaria, tomó el pasado 21 de febrero de 2015. Hace justo un año.

Desde un punto de vista normativo este acuerdo no hace sino cumplir el artículo 15.4 de nuestro código estatutario que prescribe que “se propondrá el título de Capellán de Honor a los prelados que ostenten la Sede Zamorana”. En realidad este artículo supone un mero formalismo ya que nuestro obispo, como pastor de la Diócesis y sucesor de San Atilano en la sede zamorana, es de facto el capellán de todas las cofradías radicadas en ella, tarea para la que se auxilia de otros sacerdotes que ejercen de directores espirituales de las mismas.

Según nuestros estatutos, las tareas fundamentales de un capellán son: “ejercer el ministerio pastoral a favor de la Hermandad, la animación y formación espiritual de los hermanos, contribuir a que la Hermandad mantenga siempre su carácter eclesial y su finalidad religiosa, fomentar la sintonía y participación de la Hermandad en los planes pastorales diocesanos de acuerdo con sus objetivos, presidir los actos de culto que organice la Hermandad y los desfiles procesionales correspondientes, y así como asistir a las reuniones de Cabildo Mayor y de Cabildo Menor”, tareas, que como veremos, nuestro obispo, bien en persona o a través de capellán que ha provisto para nuestra Hermandad, D. José María Diego, cumple fielmente.

Pero retrocedamos algunos años. El 15 de diciembre de 2006, SS el Papa Benedicto XVI, a través de la Bula de Nombramiento, pedía a D. Gregorio que procurara “ejercer este importantísimo ministerio episcopal de tal manera” que, con su ejemplo, los fieles que se le habían confiado pretendieran buscar, ante todo, la santidad de vida, a la que todos los fieles de Cristo estamos llamados, y lo hacía, recordando las palabras del Apóstol Pablo: “ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación (1 Tes. 4,3)”.

Pocos meses después, el 4 de febrero de 2007, la Santa Iglesia Catedral acogía su Consagración Episcopal en la que, a través de la imposición de manos, se le transmitía el don de la sucesión apostólica y se le agregaba al Colegio Episcopal como sucesor de los Apóstoles.

En su primera alocución al pueblo de Zamora -y recordando su vinculación con el mundo de la catequesis-, manifestó su deseo de continuar, con renovado vigor, la labor de “transmitir, proponer y acompañar la vocación más sublime que el hombre haya podido recibir, que es la de haber sido creado por Dios Padre, redimido por su Hijo Jesucristo, santificado por el Espíritu Santo y conducido, en la comunión de la Iglesia, hasta la vida eterna”. En ella invitó a las cofradías y hermandades a vivir nuestra fe con orgullo y valentía, a no esconderla debajo del celemín, sino a manifestarla a plena luz del día. La sentencia “Segregatus in Evangelium Dei” (Escogido para el Evangelio de Dios),  frase tomada del apóstol Pablo y que D. Gregorio ha elegido como lema de su episcopado, responde de manera fehaciente a esa vocación de servicio pastoral a la se refería en aquella primera intervención como obispo de nuestra Diócesis.

La Bula de Nombramiento a la que antes me refería, también exhortaba al pueblo santo de Zamora a recibir a su obispo con gozo, y a permanecer en comunión con él. Y es precisamente esa comunión con nuestro obispo, la que trata de protocolizar este nombramiento, que reconoce la guía pastoral que el obispo diocesano ejerce sobre las cofradías en general y sobre nuestra Hermandad en particular, con la esperanza de que, siguiendo sus enseñanzas, testimonio y ejemplo, podamos ser -tal y como nos recordaba el Papa Francisco en la homilía de la Jornada Mundial de las Cofradías y la Piedad Popular-, ese “tesoro de la iglesia, pulmón de fe y de vida cristiana, y esa fragua de santidad donde muchos han vivido con sencillez una relación intensa con el Señor”.

  1. Gregorio es nuestro pastor, el guía de esa barca diocesana en la que, conducidos por el Espíritu Santo, navegamos y tratamos de cumplir cada día los fines que nos encomiendan nuestros estatutos: “promover la fe y la piedad, practicar la penitencia e incrementar el culto público a nuestro redentor, así como fomentar una vida más santa”.

Durante su pontificado se han sucedido diferentes capítulos importantes para la vida de esta humilde corporación, como el 800 Aniversario de la Consagración de este templo parroquial del Espíritu Santo que hoy nos acoge, el L Aniversario del Hallazgo de la Imagen del Smo. Cristo titular de la parroquia y nuestra cofradía, así como el XL Aniversario de la Constitución Canónica de nuestra Hermandad, acontecimientos a los que nuestro obispo se sumó de forma activa y a los que contribuyó con su magisterio y guía espiritual.

Pero más allá de efemérides y aniversarios, para nosotros es importante saber que nuestro obispo va a estar ahí siempre que la Hermandad lo necesite, tanto para aconsejarla o refrendarla, como para reprenderla –que esto también es importante a veces-, cuando lo considere necesario para el mejor desarrollo de nuestros fines espirituales.

  1. Gregorio ha aceptado gustosamente materializar, mediante este acto público, esa Capellanía de Honor que, como ya he mencionado, de facto le pertenece. Agradecemos su gesto que es todo un honor para nuestra corporación que, cada Viernes de Dolores, peregrina al atrio de la Santa Iglesia Catedral, sede y símbolo del magisterio del Obispo, para realizar una estación penitencial en la que nos ha acompañado siempre que la salud y su agenda se lo han permitido.

Desde aquí le invito, y esto es una osadía por cuanto vamos a su casa, a acompañarnos el próximo Viernes de Dolores de este Año Jubilar de la Misericordia, en el que la Hermandad tratará de que todos sus hermanos, en comunidad fraternal, ganen el jubileo convocado por SS el Papa Francisco, atravesando la Puerta Santa de nuestra Catedral y ofreciendo el contexto adecuado para que todos lleguemos a ese momento en las condiciones sacramentales y de oración necesarias para conseguirlo.

Ojala, tal y como nos recordaba el Vicario General la tarde de su consagración, en aquel mes de febrero de hace nueve años, “sepamos ver siempre en el rostro de D. Gregorio, el rostro inefable de Jesucristo, nuestro Pastor pleno y definitivo. Unidos todos entrañablemente a él, sentiremos el gozo del evangelio, viviremos el misterio de la iglesia diocesana y serviremos como cristianos a la sociedad zamorana”.

Que el Smo. Cristo del Espíritu Santo, y la Sma. Virgen de la Victoria, patrona de Villarejo de Salvanés, su pueblo natal, le ayuden a perseverar en esta tarea.

Don Gregorio, acepte este nombramiento que condensa el cariño y la obediencia que esta "su" Hermandad Penitencial del Smo. Cristo del Espíritu Santo que me honro presidir, le profesa.

 

Juan Antonio Haedo García

21 de febrero de 2016, día de San Germán Abad.